El software libre y los beneficios del conocimiento


A continuación transcribo el artículo que me habían solicitado para el Diario de Mallorca sobre las ventajas (o no) del software libre para la industria local. Me extendí un poco más y también hablo de la importancia del conocimiento.

Si todo funcionó como debería, tendría que haber sido publicado el pasado día sábado 12 (no lo he visto, si alguien lo ha visto, que me confirme 🙂

Se dice que vivimos en la “sociedad
de la información”, definida formalmente como una
economía donde el incremento de la productividad ya no
depende del incremento de capital, trabajadores o recursos naturales,
sino de la aplicación de conocimientos e información a
la gestión, producción y distribución.
Debido a la importancia del conocimiento en esta nueva organización,
muchos autores prefieren llamarla “sociedad de la información
y el conocimiento”.
“Conocimiento” define la
diferencia de este nuevo tipo de economía y sociedad con
anteriores, cuya riqueza y bienestar estaban basadas en la producción
de bienes materiales. Algunos explican este fenómeno como una
consecuencia natural del tamaño considerable que alcanzó
el cuerpo de conocimiento, que hace que la producción de
bienes tradicionales tenga menor importancia relativa.

Otros dicen que
ocurre porque es la primera vez en la historia de la humanidad que el
coste marginal de los bienes más valiosos -conocimiento y
producción artística- es esencialmente cero. La
desaparición de los costes de copia y distribución está
creando problemas muy importantes a las industrias cuyo negocio está
basado en la distribución del conocimiento, incluidas las
productoras de programas comercializados como si fuesen productos de
consumo: el “software propietario”.

Pero las crisis
que están sufriendo esas empresas demuestra que los programas
informáticos no pueden ser un producto de consumo. El código
fuente de esos programas es un depositario -activo- del conocimiento
humano. Por otro lado la sociedad cuenta con la biblioteca más
extensa y completa del mundo, que permite el acceso a todos sin restricciones:
el software libre.
Cualquier informático, profesional o amateur, puede pasar de
la más absoluta bisoñería a ser un experto sólo estudiando el código
fuente de los programas libres disponibles.
El acceso al conocimiento y la industria local
El acceso sin restricciones al código
fuente, y la libertad para cambiarlo y mejorarlo ofrece enormes
posibilidades a creadores y emprendedores de cualquier región
del mundo. Les sitúa a muy pocos “meses-persona”
de desarrollar programas que realicen prácticamente cualquier
actividad que se pueda ejecutar actualmente en un ordenador.
Esa libertad de
publicación y acceso al conocimiento es uno de sus pilares de
la ciencia moderna. El software libre, al igual que la ciencia,
permite el crecimiento colaborativo y acumulativo. No hay que
reinventar la rueda una y otra vez. El esfuerzo y la creatividad
pueden dedicarse a implementar nuevas funcionalidades. Es decir, a
innovar, no a programar por enésima vez la misma rutina que
calcule el IVA o comprima una imagen.
Ya hay
antecedentes muy similares que demuestran que el acceso completo al
código fuente permite la creación de industrias locales
en igualdad de condiciones a las regiones más avanzadas
tecnológicamente: el HTML. Gracias a la defensa casi fanática
de sus creadores y del consorcio W3C cualquier visitante de un sitio
web puede mirar y aprender del código fuente del sitio.
Salvando las posibles diferencias de presupuestos, no hay ninguna
diferencia en creatividad artística o sofisticación
técnica entre un sitio web desarrollado en Sa Pobla a otro
desarrollado en el mismo corazón del Silicon Valley.
Ejemplos como el
anterior han ocurrido siempre que han aparecido nuevas tecnologías
y que son accesibles sin discriminaciones. Las carreteras,
convertidas en un bien público, han permitido la aparición
y florecimiento de nuevas industrias: la de construcción vial,
la automovilística, la mensajería puerta a puerta, el
comercio regional a gran escala, etc. Los cambios has sido profundos,
algunos negativos y otros muchos positivos, por ejemplo la creación
de una libertad nueva: la movilidad personal a grandes distancias.

Lo mismo está
ocurriendo con el software, la comunidad del software libre no sólo
está cambiando la forma en que se desarrolla el software, sino
la propia naturaleza del mismo: los programas y el conocimiento que
hay en ellos ya no son un “producto” sino un “bien
público”.
La responsabilidad de las instituciones y las
empresas
Sin lugar a
dudas los cambios que ya se están produciendo exigirán
esfuerzos de adaptación importantes. Podemos aprender y
compartir las experiencias y resultados con las comunidades cercanas
que están liderando el cambio: Extremadura, Andalucía,
Valencia, Madrid o Catalunya. Ahora sí que tenemos la
oportunidad de participar y ser un actor en igualdad de condiciones
en la escena informática internacional.
Ello exigirá
un tejido empresarial, especialmente el relacionado con la producción
de software, que tome la iniciativa, asuma nuevos riesgos y se adapte
rápidamente. Nada nuevo, lo explican las reglas básicas
del empresario exitoso. Pero al mismo tiempo necesitaremos una
administración que, además de asegurar la igualdad del
software libre frente a otros ofertas (a diferencia de lo que ocurre
desde hace años), fomente y proteja el “bien público”.
También necesitaremos de una universidad que sea capaz de
formar a profesionales adaptados a una nueva ética profesional
de la informática: el conocimiento es público, lo
podemos usar, mejorar, cambiar, pero no podemos apropiarnos de él.
No tenemos ese derecho, es un resultado de la creación
cooperativa de cientos de generaciones.
Así, de paso, nuestra
universidad resolvería una de sus contradicciones más
notables. Por un lado, en su labor docente se encarga de divulgar
(“copiar”) el conocimiento; en su actividad científica
crea nuevo conocimiento y lo pone a disposición de la
comunidad (“publicación”, “revisión
de iguales”). También hospeda iniciativas y grupos de
trabajo que promueven valores como la solidaridad, defensa de la
lengua y cultura local, igualdad de
oportunidades, mercado justo y la diversidad. Pero por otro lado,
casi la totalidad de las asignaturas que necesitan de herramientas
informáticas se realizan sobre sistemas producidos y
comercializados por monopolios foráneos cuya misma existencia
se sustenta en la negación de todos los valores mencionados
anteriormente.
La situación actual
Aunque no lideramos el cambio, la
situación de partida es buena, nuestras islas están
bien posicionadas. Ya tenemos grupos importantes que trabajan desde
hace años por el software libre, entre ellos destaca Bulma,
reconocida internacionalmente por su labor de divulgación y
formación. Hay buenos empresarios que acaban de superar una de
las peores “crisis tecnológicas” y empresas que ya
han apostado fuertemente por el software libre. Desde la
administración local se están produciendo cambios
positivos y silenciosos, especialmente desde la Conselleria
d’Educació hacia los institutos secundarios, o en el Consell
de Mallorca. Y en la UIB hay muy buenos profesores y catedráticos
sensibles y preparados para una nueva ética de la docencia
informática.
Aunque los
cambios producen incertidumbre, los que se avecinan en la industria
informática seguramente tendrán un balance positivo y
relevancia histórica. No podría ser de otra manera,
porque la propuesta es, al fin y al cabo, promover el acceso y uso
del conocimiento para la creación de nuevas libertades.

Dr. Ricardo Galli
Granada
Dept. Matemàtiques i Informàtica
Universitat
de les Illes Balears

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