Por una industria española de la informática y las nuevas tecnologías


Hispalinux publica una interesante denuncia de la situación actual en la que

“…los activos más valorados generan pobreza (mercado inmobiliario exponencialmente sobrevalorado y un sistema financiero adicto a esos valores imaginarios) así como estancamiento y, en cambio, donde los activos que pueden generar valor y desarrollo permanecen postergados…”

Y propone una serie de medidas como la obligatoriedad de la reinversión a las grandes corporaciones tecnológicas con monopolios de facto de parte de sus beneficios en investigación en España, además de cambios en el sistema de contratación pública que actualmente potencia un sistema esencialmente corrupto y una apuesta decidida por la contratación pública de software libre.

El artículo de Lancho, Por una industria española de la informática y las nuevas tecnologías, es como mínimo interesante y sorprendente en la amplitud de aspectos y profundidad de las propuestas.
Toca aspectos de neutralidad de la red o garantías jurídicas del comportamiento de las Administraciones Públicas en el mercado TIC. Un artículo con la profundidad a que nos tiene acostumbrados.
Creo de todas formas que aun siendo lo interesante que es, le propondría alguna mejora. Por ejemplo, creo que hace falta adaptar esa propuesta a la realidad autonómica de España. Y no simplemente forzar a que otra empresa tenga inversión potente en Madrid o cualquier otro lugar de España. Hablamos de una inversión local, pues que sea local de verdad y no deje a Extremadura tirada o a Galicia. Dos ejemplos recurrentes de exclusión en inversiones tecnológicas. Esta solo es una idea general, creo que debería mirarse un poco buscando un equilibrio en ese sentido.

Por otro lado, no creo que una generación deba culpabilizarse delante de otra, sobretodo teniendo en cuenta el colapso que quizás vendrá después de la economía del petróleo. Una situación que puede ser muy inestable y donde todos necesitarán a todos. Culpabilizar puede ser dar armas al integrismo y en situaciones de crisis institucionales y generales como las que pueden venir. La culpa lleva al odio y este puede alimentar una desestructuración social y cultural, y sufrimiento más duradero.
Otro detalle que debatiría es que el hecho de que telefónica, que está en el puesto 46 de las TOP100 de las corporaciones según su capitalización en el mercado según Corporateinformation, no quede bien con solo un puesto 40 en investigación, no me parece desprestigio por mucho que esta sea casualmente española y a España la queramos ver como la octava potencia económica mundial.
No obstante esos detalles, comparto su punto de vista general y os recomiendo encantado la lectura.

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